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aida m. pereda
Jueves, 2 de abril 2015, 00:01
Tras una reforma en los baños, una mano de pintura y una mejora en la iluminación, el mercado de abastos de Portugalete ya está listo para abrir sus puertas a los vecinos, convirtiéndose en un espacio de uso público cedido por el Ayuntamiento para devolver la vida al centro histórico organizando actividades y ofreciendo un punto de encuentro para el tejido asociativo.
Después de meses de reuniones y asambleas, el Ayuntamiento y la Asociación de vecinos Larrantxe del Casco Viejo han firmado esta semana un convenio de colaboración que tendrá un año de duración y será prorrogable si ambas partes así lo desean, según indicó ayer el alcalde, Mikel Torres.
Así, el edificio se abrirá viernes, sábados, domingos y festivos durante todo el año en horario de 10.00 a 14.00 y de 17.00 a 22.00 horas, pudiendo adaptarse en el caso de la celebración de eventos especiales. La asociación vecinal conformará un calendario de actividades propio que completará la agenda planificada desde el Ayuntamiento. De esta manera se prevé sacar mucho más provecho a este espacio lleno de posibilidades, que hasta ahora permanecía cerrado y únicamente acogía una decena de actos esporádicos a lo largo del año, entre ferias, certámenes, txitxarrillos, Beernikolas o la pista de hielo de Navidad.
Una comisión de seguimiento, con representantes de ambas partes, se encargará de garantizar una adecuada gestión que respete el acuerdo firmado, en el que se permite el uso de la planta baja del edificio «para fines de ocio, culturales y recreativos».
Respetar la convivencia
El antiguo mercado funcionará como una plaza cubierta de uso público en la que «se desarrollarán actividades siempre que el espacio y el calendario lo permitan y respetando las pautas de convivencia consensuadas», advirtió el primer edil. No se podrán realizar actos de naturaleza partidista, propagandística, publicitaria, comercial o con fines lucrativos. Tampoco está permitida la celebración de eventos de carácter violento, que atenten contra la dignidad de las personas o discriminen a individuos o grupos por razón de raza, sexo, religión, opinión u orientación sexual.
El Ayuntamiento, como propietario del edificio, se encargará de su conservación y limpieza, así como de las reparaciones necesarias.
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