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Si ya es un dilema para algunos padres decidir si sus hijos deben hacer la comunión o no, imagínense si además están separados e inmersos en un clima de conflictividad con intercambio de denuncias. Una jueza de Violencia sobre la Mujer de Barakaldo ha dado vía libre a una madre divorciada, con custodia compartida, para que sus hijos, la mayor de 10 años y el pequeño de 7, acudan a catequesis para después reciban la comunión, en contra del criterio del padre.
La magistrada concluye que «supone una continuidad lógica del proceso de formación religiosa de unos chavales cuyos padres optaron primero por casarse conforme a los ritos y exigencias de la Iglesia católica, después por tener hijos y más adelante por bautizarlos». El padre de los menores, que convive con ellos por semanas alternas, se oponía. «No quiero que mis hijos sigan una religión, creo que no es lo más adecuado, supone más problemas que beneficios. Que decidan ellos si quieren o no ser católicos cuando sean mayores». Aún así, no recurrió el auto, dictado en enero de 2017.
Los litigantes se casaron en julio de 2007 y se divorciaron en abril de 2015. En la actualidad mantienen tres procedimientos penales abiertos, en uno de los cuales ambos ostentan la condición de denunciantes y denunciados. La madre, que se declara católica practicante, alegaba que el matrimonio se realizó por el rito religioso, que los menores fueron bautizados y que «han recibido una educación católica de su mano, con el visto bueno del padre». Además, acuden a un colegio religioso. Sin embargo, cuando quiso apuntar a la mayor a catequesis, el padre se negó a firmar la autorización que exigía la parroquia, por lo que presentó una demanda judicial.
4.500 niños hacen este año la comunión en Bizkaia. Alrededor del 43% de los chavales vascos reciben este sacramento, un porcentaje que ha ido disminuyendo a lo largo de los años. Según el Sociómetro, la práctica religiosa ha caído a la mitad en las últimas dos décadas.
Para el padre, la boda y los bautizos fueron meros «actos sociales y no por convicción religiosa» y alega que la familia no tenía la costumbre de acudir a misa. En la vista oral, el hombre admitió que su hija quiere hacer la comunión, aunque él temía que fuera a ser una «nueva fuente de conflicto». Aunque la jueza considera ambas opciones «muy respetables», le recuerda que no ha instado la nulidad canónica del matrimonio ni se ha opuesto a la escolarización de los niños en un centro católico. Cree que «su exclusión de los grupos de catequesis podría ser percibida por ellos como algo negativo o incluso estigmatizante».
Ahora ha surgido un nuevo enfrentamiento. Según la versión del padre, su exmujer no le ha comunicado dónde ni cuándo se celebrará la comunión de su hija mayor, a la que le gustaría asistir. «He hablado con el Obispado de Bilbao y tengo el derecho y la obligación de acompañar a mi hija», protesta el hombre, que acaba de enviar un burofax a la madre exigiéndole conocer la fecha y el lugar de la celebración religiosa, ya que sospecha que podría ser este mismo fin de semana. «La niña tiene derecho a que su padre esté presente, aunque la custodia ese día le corresponda a la madre, lo mismo que en las citas médicas o del colegio. Otra cosa será que la comida se haga por separado, pero la ceremonia es única y no se puede repetir», advierte la abogada del progenitor.
El caso estuvo pivotando entre el juzgado de Familia, que decretó la disolución del matrimonio, y el de Violencia, que tramita las denuncias de la mujer contra el hombre, de las que, según su abogada, por el momento ha sido absuelto. En un primer momento, la guardia y custodia fue asignada a la madre «por la elevada y mantenida hostilidad entre los progenitores», especialmente en el punto de encuentro donde se realizaban las entregas, pese a que «ambos se muestran adecuados en sus relaciones con sus hijos y se implican en las actividades en las que participan sus hijos de manera simultánea», como recoge el informe psicosocial. Al final, la Sección Cuarta de la Audiencia vizcaína revocó esta sentencia en febrero de 2016 concediendo al padre la custodia compartida.
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