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Andrés Urrutia posa en la Real Academia de la Lengua Vasca, situada en Bilbao, que el próximo año cumplirá su centenario. Luis Ángel Gómez
«Que un joven estudie en euskera y hable en castellano tiene difícil arreglo»

«Que un joven estudie en euskera y hable en castellano tiene difícil arreglo»

Andrés Urrutia | Presidente de Euskaltzaindia ·

El académico vizcaíno opina que la sociedad se ha hecho «cómoda. Hace 30 años debía luchar por la lengua y ahora no»

Lunes, 11 de diciembre 2017, 00:37

Euskaltzaindia tiene la mirada puesta en 2018, cuando celebre dos hitos fundamentales: el propio centenario de la Real Academia y el 50 aniversario de la unificación del euskera y sus dialectos territoriales en una lengua cultural común a todos los vascos (batua). Andrés Urrutia Badiola (Durango, 1954), licenciado en Derecho, profesor, notario y escritor, preside la institución desde 2005. Analiza con sumo interés que los jóvenes estudien en euskera, pero luego hablen en castellano y disfruta con el reto de adaptar una academia de la lengua a las nuevas tecnologías.

- ¿Cómo ve llegar el centenario?

- Con cierto vértigo, pero también con esperanza y alegría. Entre todos los vascos hemos conseguido que esta institucion haya pervivido cien años y resulte útil para todos, independientemente de su credo o su territorio. Una virtud fundamental durante los años duros fue abrir la persiana todos los días. Hoy, nuestro reto son las nuevas tecnologías y trabajar esos métodos de enriquecimiento de nuestro corpus.

- Las tecnologías se manejan sobre todo en inglés y castellano. El euskera no parece tener hueco ahí.

- Por eso debemos estar muy atentos. Pongámonos las pilas sobre lo que debemos hacer los próximos años porque la sociedad y la lengua evolucionan a un ritmo trepidante. Hoy nuestro blog es muy activo, tenemos presencia en Twitter y Facebook y por primera vez Euskaltzaindia ha puesto un diccionario académico en línea que registra un éxito arrollador.

- ¿A los cien años descubren nuevos nichos de usuarios?

- Ese es el éxito. Y vemos que necesitamos el 'feedback' de esa gente porque nosotros igual estamos desconectados de cosas que ocurren ahí fuera. Euskaltzaindia debe estar viva.

- ¿Hay que bajar a la calle?

- Sin ninguna duda. Y no sólo bajar, sino establecer alianzas con la calle. Nos sirve para estudiar la admisión de una palabra en el diccionario, una grafía... Eso era antes impensable y ahora es absolutamente necesario.

«El euskera no es muy valorado económicamente En un ascenso, una carrera, su presencia es pequeña, salvo en el funcionariado»

- ¿Tanto cambia el euskera?

- Claro. Están entrando nuevas realidades que transforman un vocabulario que antaño era casi agrario y pesquero. Nuestros jóvenes, a través de WhatsApp y de Twitter, están creando un neovocabulario. Utilizan fonetismos propios, reducen mucho las palabras, hay una economía del léxico importante, pero eso tambien es euskera. Si la academia no está atenta, se arriesga a quedarse retrasada.

- ¿Qué nuevos términos le llaman más la atención?

- La utilización de muchos localismos. La lengua vasca es muy proclive a pronunciaciones diferentes en lugares diferentes. Escribir tal como se habla hace absolutamente incomprensible una relación entre dos euskaldunes de Markina y Ondarroa. El problema de los neolocalismos es que nos llevan a eso. Si yo escribo 'izango zara' todo junto y con eses, el que lo lea dirá: ¿Esto que es?

- O sea, les toca conservar el pasado y encajar las novedades.

- Defendemos las raíces, no los términos. A veces, los jóvenes recurren a un neolocalismo para conseguir expresividad en las relaciones cortas, pero si una lengua quiere ser herramienta de cultura, una lengua de cultura, debe tener unos elementos de unidad importantes. Otro reto a abordar es la cuestión de género.

- ¿En qué sentido?

- Vamos a empezar, seguramente este mes, la discusión de un proyecto para evitar las posibles discriminaciones de género que pueda haber en el diccionario. Por fortuna, el euskera no es una lengua donde se remarquen.

Una sociedad cómoda

- Hay más población bilingüe, pero también más bilingües pasivos.

- Es una realidad evidente. Y yo creo que por varios argumentos. Cuando hace 25 ó 30 años comencé a dar clase en la Universidad de Deusto y creamos los grupos de euskera, la gente que venía lo hacía inflamada de ese voluntarismo por estudiar euskera. No teníamos apuntes, teníamos voluntad y ganas. Ahora tenemos apuntes y hablamos en euskera en el aula, pero cuando salimos conversamos en castellano.

- ¿Falta voluntad?

- No diría tanto. La costumbre, la inercia, el entorno nos han hecho cómodos. Hemos transformado el euskera en una lengua formal, en una lengua de comunicación culta, lo cual es lo inverso de lo que nos ocurría hace 30 años. Entonces teníamos que luchar por ello y ahora no, está hecho. Además hay una oferta: inglés, alemán... ¿Dónde se queda el euskera?

- ¿Dónde?

- Yo digo: tengo todos esos idiomas... ¡y también el euskera! Si lo dejas, es una pérdida porque todas las lenguas enriquecen, incluso el suahili. Pero efectivamente hay un corte entre lo que ocurre en bachillerato o las ikastolas y lo que sucede en la universidad, aunque toda la enseñanza sea en euskera. Mi experiencia es que es un proceso que lleva ya tiempo quebrándose en los grupos euskaldunes.

«Nuestra juventud, con el WhatsApp, está creando un neovocabulario»

- ¿Y cómo se arregla?

- Tiene un arreglo muy difícil. Porque puestos en un ámbito que va a lo profesional y con incidencia en lo socioeconómico, se empiezan a tener en cuenta otros argumentos. El ascenso, una carrera social, académica, te exigen una serie de cosas y ahí la presencia del euskera, salvo en el funcionariado, es muy pequeña. No es un elemento económicamente muy valorado. Cada vez más, sí, pero el proceso es muy lento.

- En su día también tenía un componente sociolaboral. 'Voy a estudiar euskera para conseguir un trabajo en el Gobierno vasco...'

- Sí, sí. Así es.

- Y ahora estudio inglés porque...

-... voy a intentar conseguir un trabajo en Inglaterra o Alemania. Quizá se dé esa inercia, pero si fuésemos personas con una visión mas amplia, no debería excluirse al euskera. No somos los únicos en Europa con ese problema. Pero sí carecemos de una tradición de bilingüismo social, de aceptación de ese bilingüismo social con tranquilidad, como algo normal. Algunos alumnos me preguntan si deben hacer la carrera en castellano o en euskera. Y yo les digo: en cuántas más lenguas, mejor. Si estudias dos asignaturas en euskera, dos en castellano, dos en ingles y otra en francés, todo suma y tu propio cerebro estará habituado a ese juego lingüístico que te va a servir en la vida.

- ¿El incumplimiento de las expectativas lingüísticas crea frustración?

- Frustración siempre. Pero hay que ser realistas y actuar con cierta modestia, sabiendo que somos una comunidad pequeña, que no llega al millón de hablantes y con recursos limitados. Debemos hacer de esa frustración virtud: avancemos poco a poco y veamos si somos capaces de dar saltos cada vez más lejos. Ha habido tres siglos en los que el euskera era una lengua sin apenas textos, en 2018 celebraremos 50 años de su unificación y queremos cubrir todo un arco de actuaciones de una comunidad lingüística y además tener un poeta premio nacional, un autor de teatro, una literatura fenomenal... Pues sí, vamos creando espacios, pero una generación no puede resolver eso sola.

- Los políticos lo quieren ya.

- Porque probablemente eso es lo que le corresponda a la sociedad vasca, que tiene una renta per capita alta y un andamiaje importante, pero no es lo mismo empezar de menos que de más. La labor de la academia y la cultura vasca es que la botella siga llenándose.

- ¿Nos dejamos llevar por la efusión, las iniciativas, los actos multitudinarios?

-Jamás se puede negar en el ámbito del euskera que todo suma, aunque yo diría que todo suma pero notodo vale. Hay un momento en que todos, las instituciones, la academia y el mundo del euskera, tendremos que decidir si vamos bien o no tan bien. Pero hay otro tema y otra tentación: si todos caemos en la política del todo vale y si para conseguir el todo vale lo fundamental es a ver si consigo la subvención, el problema está en que la subvención nos lleva a unos sectores absolutamente clientelares que no acaban construyendo infraestructura cultural.

- ¿Ha habido demasiadas subvenciones, digamos, difusas?

- Eso es. Lo fundamental es que la infraestructura cultural vaya surgiendo. Se han dado muchos pasos: tenemos un mundo editorial, cultural, con vivacidad, pero hay que insistir en articular esa comunidad cultural desde la perpectiva de una infraestructura potente. No se logra de la noche al día. Y probablemente los mismos euskaldunes tendríamos que hacer más atractiva la cultura vasca.

- El euskera parece un mundo endogámico. Cuando se informa sobre él, es en su lengua. ¿Por qué no en castellano y se abre la puerta al interés de otros ciudadanos?

- Sin duda. Convencer a los convencidos está muy bien, pero si no realizamos una labor de aproximación a quienes viven alejados de este mundo, ya sea a través del castellano, el francés o el inglés, estamos haciendo el tonto. No expandemos la cultura vasca.

«Las ideologías se dejan fuera»

- La hemos rebajado. Yo entré en 2005 y lo anuncie: aquí hay un problema y es que, sin perder la acreditación profesional y académica, tenemos que rebajar la edad y que entre gente que está lógicamente en el día a día. Logramos establecer un mecanismo en el que los académicos de pleno derecho, a los 75 años, pasan a ser eméritos, lo que nos ha permitido incorporar a gente nueva y rotar. Esto de los académicos perpetuos hace tiempo que pasó a la historia. Ahora andaremos por los sesenta y pico años. No está mal y queremos ahondar en ello. Una academia, como reguladora de lo lingüístico, exige tener a personas que estén en el día a día, posean una cierta experiencia y procedan de distintos ámbitos porque la lengua la hacemos todos.

- Sí. Nosotros tenemos además que combinar una pluralidad profesional con otra pluralidad territorial absolutamente imprescindible. Euskaltzaindia ha logrado la institucionalización de los diferentes territorios del euskera, que no es política ni administrativa sino cultural. No va en contra de una organización político-administrativa, del reino de España o de la república francesa. El planteamiento es: si existe una comunidad que comparte una lengua, seamos capaces de institucionalizarla y ponerla a trabajar por encima de ideologías.

- Muy. Muy.Ese es un trabajo muy arduo de hacer. Procuramos que la academia se circunscriba a lo linguístico y lo social y no es fácil porque, lo quieras o no, los vientos y las tempestades suelen ser fuertes a veces.

- Efectivamente. Cada cierto tiempo vuelven. Exige ser cuidadosos.

- Evidentemente. Hay que ser muy generosos y explícitos para que todo el mundo vea la academia como un lugar de encuentro donde no se olvida a nadie y la ideología se deja fuera. Difícil vivificar la lengua de otra manera.

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