Mucho más que un pacto nuclear
Enrique Vázquez
Martes, 14 de julio 2015, 11:35
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Enrique Vázquez
Martes, 14 de julio 2015, 11:35
Cuando la administración Obama hizo saber que había decidido negociar con Irán el final de las sanciones y la política de cerco al país que ya dura 15 años (Administración Bush) establecidos para obtener el control estricto de su programa nuclear, ninguna de las dos ... partes podían suponer que, en la hora final de la negociación, serían aliados de facto.
Pero, un poco sumariamente dicho, eso es lo que ocurre a día de hoy en el común y esencial combate contra el autoproclamado Estado Islámico terrorista y en su jalón esencial: no perder la batalla de Irak, donde las milicias chíes pro-iraníes son, aunque se proclama poco por razones de discreción política, un factor esencial en la defensa de Bagdad y los éxitos que el ejército iraquí, poco a poco, se apunta en el noroeste.
El dossier (de 500 páginas) es, por lo demás, conocido en lo esencial y se resume fácilmente: contra un control riguroso y creíble a cargo de la agencia internacional de energía atómica de su programa nuclear, Washington encabezará la retirada de las sanciones, políticas y económicas que han intentado hacer de Irán, con poco éxito por lo demás, un paria internacional y, con mucha eficacia, una economía severamente dañada.
Una excelente inversión occidental
Así, asumido que el gobierno iraní realmente aceptará tal control de la AIEA (Agencia Internacional de Energía Atómica), el acuerdo es profunda y exclusivamente político, llevará a un pronto restablecimiento de las relaciones diplomáticas y el paulatino levantamiento de las sanciones (incluida la devolución de los ingentes activos financieros congelados en grandes bancos) proveerá de grandes recursos al Gobierno iraní, que ya tiene planes para una reindustrialización acelerada y una modernización total de su economía.
Así pues, el arreglo excede excedía desde su comienzo en realidad el contencioso bilateral y el supuesto peligro del programa atómico y equivale a un colosal ejercicio de realismo político: con lo que está cayendo en la región recuperar a Irán y normalizar su papel es una inversión excelente. El país es una potencia regional, su régimen es estable, su sociedad, dinámica y el acuerdo solo ayudará, por lo demás, a reforzar el proceso, solo oficioso pero visible, de democratización.
De hecho, el público norteamericano lo apoya holgadamente y hasta los judíos norteamericanos lo hacen, en proporción menor, pero suficiente: el 59% de creer el sondeo que la organización sionista-liberal JStreet difundió el diez de junio pasado. Es el Gobierno Netanyahu en Israel el que lo calificó todavía ayer de colosal error y se dice convencido de que Irán engaña a todo el mundo y mantendrá un programa clandestino de fabricación de armas nucleares.
Final feliz
Todo lo dicho implica que el proceso negociador empezó siendo una cosa y terminó siendo otra o, por lo menos, dos. La recuperación de Irán para el campo islámico moderado es esencial y ello exige un blindaje jurídico-político que Teherán ha exigido y obtenido. En efecto, como no se trata de un arreglo bilateral EE UU-Irán, se ha previsto, y es un instrumento crucial, que el Consejo de Seguridad de la ONU emita una resolución ad hoc (probablemente ya redactada a estas alturas) que será como la Constitución escrita de la aplicación por el mundo del acuerdo y tendrá una duración no conocida hoy pero de quince años prorrogables.
¿Será suficiente? Pocos países aceptarían ser rehenes de decisiones de las Naciones Unidas y hay uno, en particular, Israel que las detesta, aunque debe su existencia a una de 1947, la partición de Palestina. Hoy, Washington ya no corre un riesgo diplomático porque los lobbies pro-israelíes actúen a fondo ni tampoco la Administración Obama, ya en su última fase: la mencionada resolución del Consejo traspasa el asunto a todos nosotros y es la clave del arreglo, que no es un Tratado internacional que un Senado hostil podría vetar, sino un acuerdo entre la comunidad internacional y Teherán. Nótese que la ceremonia se trasladó esta mañana del hotel Coburg a las instalaciones de la ONU en Viena.
Este final descrito internacionalmente como feliz, con la sola excepción de Israel y dos o tres monarquías árabes rivales regionales del Irán, con Arabia Saudí en cabeza, es acaso el hecho geopolítico más relevante de la década. Es útil y constructivo para el mundo y entierra la absurda querella americano-iraní, que dura desde los días de Carter en 1979 y pueden estar seguros de que el veterano estadista (tiene ya 90, pero aún colea, y mucho) aprueba lo sucedido sin reserva mental alguna.
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