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Alba Cárcamo
Sábado, 17 de septiembre 2022, 00:51
Según la ONU, quedan 130 años para alcanzar la igualdad entre hombres y mujeres. La cifra es estremecedora, pero también «peligrosa». Así lo consideró ayer la escritora Laura Freixas, quien alertó de que, «al hablar de cuánto falta, parece que la igualdad avanza sola, y no es el caso».
En su campo, el de la cultura, «los avances se han dado por las asociaciones de mujeres que estuvimos encima», y que siguen estando. «La igualdad se da en la medida en que estamos exigiéndolo, vigilándolo, porque si no, en cuanto te das cuenta, se ha vuelto hacia atrás», recordó. En ese sentido, ilustró, «he estudiado series de premios literarios y me he encontrado con años en los que un 30% de los galardones recaían en mujeres y en la década siguiente solo un 5%».
De ahí que la historiadora María José Villa comparta también que «los derechos» de las mujeres «son frágiles». «Cualquier derecho tenemos que pelearlo de manera constante, trabajar por ellos, porque la igualdad, los derechos adquiridos, no son permanentes y los podemos perder», advirtió.
Y el riesgo es real en un momento como el actual, en el que, como alertó la presentadora del evento, Almudena Cacho, «se presenta otra cara de la moneda». Hay, valoró, «hastío» porque una parte de la sociedad piensa que algunas de las reivindicaciones «ya están conseguidas» y que las mujeres «pueden ser y hacer lo que quieran», exactamente igual que los hombres.
¿Y cómo se da la vuelta a esta creencia? «Con pedagogía», subrayó la arquitecta y directora de proyectos de Urbanbat, María Arana. A su juicio, hay que incidir en «cómo detectar los micromachismos». Esas formas poco igualitarias que, en palabras de Villa, «inundan nuestro día a día», deben atajarse «con trabajo individual y también de la sociedad».
Y, en esa «construcción» de un mundo más equitativo, desde sus profesiones tienen mucho que decir. «Ya se está aplicando la perspectiva de género a la construcción, porque antes las ciudades se diseñaban en base a un ciudadano tipo: hombre, independiente y con un trabajo absorbente sobre el que construye el eje de su vida», detalló Arana.
En el ámbito de la historia, reescribirla «incorporando» a esas mujeres pioneras, desconocidas, es algo en lo que «se ha avanzado mucho en las últimas tres décadas», celebra Villa. Y en el ámbito de la cultura todavía queda trabajo por hacer, porque, destacó Freixas, «la cualidad que se elogia en los hombres» en el cine, en la literatura... «es el poder». «Mientras que una mujer poderosa siempre tiene algo negativo, como las madrastras de los cuentos infantiles. Se celebra el poder del hombre, con series hasta de narcotraficantes, como si fueran admirables», comparó.
Y es que la desigualdad es algo que está en la base, según la escritora, «incluso en el diccionario, que al definir hombre habla de que compone la humanidad y al hablar de mujer se limita a describirla como sexo femenino».
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