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Arantza Furundarena
Martes, 14 de marzo 2017, 00:19
«Vivir en las fronteras te hace muy negociador», afirma Manuel Campo Vidal, que es aragonés de habla catalana. Ser del Barça y estar casado con una del Celta (la periodista María Rey), también. A punto de cumplir los 66 («yo, como diría Olga Viza, no me quito el IVA»), el presidente de la Academia de la Televisión acaba de celebrar la remontada del Barça sin la efusividad sugerida por Piqué porque como él dice «los que hacen el telediario de las tres se levantan a las seis y había que madrugar».
El periodista presenta este miércoles su libro 'La cara oculta de los debates electorales, un género periodístico en el que ha sido pionero, primero en radio y luego en televisión, donde ha llegado a moderar hasta en gallego... Su actitud en el último debate entre Pedro Sánchez y Mariano Rajoy le valió un chaparrón de 'memes'.
¿Cara oculta de un debate igual a cara de perro?
Depende. Felipe González y Aznar apenas se despidieron, pero Zapatero y Rajoy salieron hablando de León. Rubalcaba y Rajoy llegaron hablando del Madrid, porque son dos merengazos. Y Sánchez y Rajoy se despidieron con un buenas noches.
Se cortaba el aire con cuchillo, supongo.
Eso siempre. Pero esta vez, allí sentado, tuve en algún momento la duda de si Rajoy iba a levantarse y marcharse.
¿Ha escrito el libro es para sacarse la espina de las críticas a su papel en ese debate?
No, no. Lo empecé hace cuatro años. No tengo ninguna espinita de ese debate. Es más, celebro haber estado allí.
Habrá quien diga: ¿Ah, pero estuvo?
Ja, ja, ja... No solo estuve sino que guardar silencio en determinados momentos es de un gran poder comunicativo. Comparto con Vicente Vallés que el tono en que un candidato le habla al otro es una decisión política, y el moderador no es nadie para recriminárselo.
Así que volvería a permanecer impasible ante insultos como indecente y miserable.
No permanecí impasible. Lo que hice fue interrumpir a Sánchez para darle la palabra inmediatamente a Rajoy. Y luego es verdad que fui desatendido por ambos en mi intento de reconducir el debate que, por cierto, quedó roto con aquella intervención imprevista de Sánchez.
¿Cuántas veces lo ha visto?
Ninguna. Me lo sé de memoria. Mire, el momento más duro del cara a cara entre Felipe González y Aznar en el 93 fue una disputa en directo sobre quién cerraba el debate y tardé años en verlo. Es que cuando lo ves te adelgazas.
¿No le dio la risa cuando Rajoy dijo 'ruiz'?
El único ataque de risa que he tenido ante las cámaras fue en un telediario con Concha García Campoy, que casi nos echan. Fue por el alias de un etarra, Mamarru. Pero en un debate nunca me ha dado la risa porque hay demasiada tensión. Ganas de llorar sí he tenido alguna vez, quizá porque esperaba más nivel.
¿Cuál ha sido la exigencia más extravagante que le han formulado?
Los candidatos están nerviosos pero disimulan. Pero los equipos lo están muchísimo más y lo entiendo, porque de uno de esos dos grupos van a salir los ministros y del otro, los que peguen carteles cuatro años con una furgoneta... Y eso es muy duro. Hay propuestas a veces estrambóticas, pero al final se desmontan. Como la pelea que hubo en el último debate sobre quién entraba primero y quién salía primero. Querían hacerlo por sorteo. Aclarar eso nos costó tres horas.
Creo que hace años Fraga le obligó a moderar en gallego.
Sí, y se me colaron algunas palabras en italiano. En casa todavía me lo recuerdan. Es que la mente es así. Si uno habla español, catalán, francés e italiano, como es mi caso, ya no le cabe el portugués.
Por moderar, incluso ha moderado a dos candidatos separados por miles de kilómetros y en dos horarios diferentes
Fue en la radio. Fraga nunca hacía nada pasadas las doce de la noche. Él a medianoche se marchaba de donde estuviera. Y mi programa empezaba a las doce. Si tiene la solución, llámeme, me dijo. Yo había visto poco antes una película americana en la que unos diputados tenían que votar en San Francisco, no llegaban y entonces volaban hasta Hawai y con la diferencia horaria podían votar ahí. Así que aprovechando un viaje de Fraga a Canarias le propuse que él entrara desde allí a las once de la noche, que en Madrid eran las doce. Y en el estudio de Madrid estaba yo con Fernando Morán, que era su oponente. Por eso no hay foto de ese debate, porque ambos estaban a 2.000 kilómetros de distancia.
¿Se ha negado en redondo a alguna petición?
La primera vez. Martín Villa por un lado y Txiki Benegas por otro nos dieron el guion completo, con todo lo que iban a decir sus candidatos. Les dijimos que eso para unas oposiciones muy bien pero no para un debate público.
¿Cuál ha sido la mejor anécdota?
Quizá cuando Aznar, tras salir airoso de su cara a cara con González se fue hacia los suyos, que le jaleaban, y les replicó: ¿Os pensabais que iba a perder, eh, cabrones?. Al final me queda buena relación con todos ellos, el que ha perdido se da cuenta de que no ha sido por culpa del moderador.
¿De chaval le tocó arbitrar algún partido?
A mí me gusta más jugar que arbitrar. Lo que siento en los debates es no poder decirle a un candidato, déjame un ratito a mí, hombre.
A ver si va a tener vocación de político...
He tenido varias oportunidades y no las he aceptado. Adolfo Suárez me insistió mucho para que fuera diputado por Barcelona y no lo fui.
¿Quién es el político mejor dotado para el debate televisivo?
Borrell. Tiene una capacidad dialéctica y una habilidad para mezclar argumentos que realmente machaca.
¿Y el peor?
Lo pasó muy mal Fernando Morán frente a Abel Matutes.
Creo que Felipe González llegó de milagro al debate con Aznar en el 93
Poco antes sufrió un incidente aéreo. Fue algo muy grave, y yo tenía que haber ido en ese avión. Menos mal, porque sufrieron una despresurización súbita de la cabina, la puerta se entreabrió... Si se les abre del todo los chupa el Atlántico.
¿Le gustaría moderar un debate con Trump?
Yo creo que es inmoderable.
En la era de la posverdad... ¿Lo siguiente será debatir con el móvil en la mesa?
Nadie lo lleva. Y creo que si en pleno debate se pusieran a consultar el móvil transmitirían una imagen de debilidad, de necesitar ayuda exterior. Ni Pablo Iglesias lo ha hecho.
Cambian los candidatos, pero el moderador sigue siendo el mismo... ¿Lo suyo es vitalicio?
La gente dirá ¿por qué usted? Pues porque paso muchos meses generando una cadena de confianza en cada candidato y sus partidos para que nos podamos sentar juntos. Yo creo en este género periodístico y seguiré trabajando en debates, aunque no los modere. Me han dado duro, pero es lógico. Esto genera muchas envidias.
¿Se entrena para ser neutral?
La neutralidad la llevo a rajatabla. Para que se haga una idea yo voy a un cara a cara siempre con tres corbatas para no coincidir con el color de las corbatas que lleven los candidatos y no romper la neutralidad visual.
¿Algún debate ha cambiado su voto?
Eeeeh... Pues tentaciones he tenido, dejémoslo ahí. Ya sabe que el voto es secreto.
¿Qué 'meme' le dolió más?
Me reí mucho con todos. Incluso me enseñaron algunos antes de que el debate empezara. Había uno muy divertido en el que yo estaba como una calavera ahí en medio...
¿Seguro que no se tomó un ansiolítico para aliviar la tensión?
Ja, ja, ja... Que no. No me tomé nada. Cuando sales ahí ya sabes que tienes que pagar un alto precio. No digo que eso vaya en el sueldo porque nosotros no cobramos por hacer este trabajo. Y la rpa te la compras tú, incluidas las tres corbatas. Pero que te critiquen forma parte del espectáculo y eso solo se puede tomar con respeto y deportividad.
¿Modera algo en su casa?
Digamos que aplico las técnicas aprendidas. Vivimos en una convivencia pacífica.
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