

Secciones
Servicios
Destacamos
Edición
Yolanda Veiga
Martes, 28 de junio 2016, 01:05
Botó Mariano Rajoy en el balcón de Génova y aguantó una salva de aplausos de dos minutos antes de que le dejaran hablar. Dio la sensación de que en ese tiempo fue articulando en la cabeza un discurso que no tenía escrito... ni previsto. Se alargó más de diez minutos, a sumar otros cuatro o cinco de interrupciones de los militantes, que exhibieron un catálogo de consignas festivas, desde el tradicional 'yo soy español, español', hasta el futbolero 'cómo no te voy a querer' y el 'robado' ¡sí se puede!' de Podemos. Estos parones disimularon un poco una alocución improvisada a la que Miguel Ángel Rodríguez Caveda y Pau Canaletas, dos expertos en comunicación y marketing político, ponen nota. La cosa oscila entre el aprobado más bien justo y el rotundo suspenso.
«Le sobrepasó la emoción y no lanzó ningún mensaje. En toda la legislatura no va a tener otro momento tan apropiado para decirle a la gente cuál es su idea, qué va a hacer», le reprocha Pau Canaletas. Pese a reconocerle al líder del PP unas notables dotes de oratoria en la actividad política, cree que en contextos más informales no se encuentra a gusto y que eso se percibe en su forma de comunicar. «Cuando improvisa en el Congreso es bueno, pero le sacas del formato formal y se descoloca, no sabe reaccionar ni empatizar. El domingo daba la sensación de no estar del todo a gusto ahí».
Porque probablemente no pensaba estar ahí, no de ese modo al menos. Así que tuvo que improvisar. «Improvisar no es malo si se tiene claro qué vas a decir, pero a Rajoy no le salió nada. Empezó a dar vueltas y vueltas y acabó metido en un bucle. La sensación que transmitió era que no tenía prevista una victoria así». Y no es de extrañar, lo de la falta de previsión, porque las principales encuestas otorgaban al PP un máximo de 121 escaños, catorce menos de los que finalmente obtuvo.
Lo de los sondeos va a servir de aprendizaje para la próxima, pero «aún así, hay que tener siempre dos discursos preparados. Uno para la victoria y otro para la derrota», insiste Canaletas, que vio a un Rajoy «emborrachado de emoción que esperó sin éxito que le funcionara la improvisación». «Buenas noches, buenas noches. Bueno, buenas noches a todos (...) Oye, eh, queridas amigas y queridos amigos, os voy a decir una cosa: este es, este es el discurso más difícil de mi vida». Con estas palabras se dirigió el líder del PP a los suyos tras conocer los inesperados y favorecedores resultados, arropado en el balcón por los principales dirigentes del partido y por su mujer, a la que dio un beso apresurado pero «espontáneo».
A continuación dio gracias a los suyos y prometió velar por los intereses de todos los españoles. Y en torno a estas ideas se extendió casi un cuarto de hora. «Seguro que quería dar un mensaje breve, pero cuando estás en ese balcón y la gente te interrumpe constantemente con aplausos afloran las emociones. Y eso que él no es un hombre que exprese normalmente sus sentimientos», advierte Miguel Ángel Rodríguez Caveda, presidente europeo de 3AWW, consultoría de marketing.
Caveda siguió en directo el alegato del presidente en funciones y asegura que no detectó triunfalismos. «Solo vi a un hombre cansado, aliviado y emocionado, como el que gana un combate después de haber sido apaleado en las peleas anteriores». También percibió otra emoción bien distinta, «rabia contenida, como si quisiera decir a sus contricantes que dejen de faltarle al respeto».
Canaletas, sin embargo, insiste en que la emoción, sea cual sea, no está reñida con estructurar un discurso con contenido. «Si comparásemos esta intervención con la de cualquier otro líder europeo nos parecería preocupante porque es limitado, no tenía nada que decir». Y algunas cosas que dijo son, a su juicio, totalmente inconvenientes. «Asegurar que han ganado 'los demócratas' como si los demás partidos no lo fueran, es grave. Le salió, pero si lo llega a pensar se lo calla. Esas cosas las dice un presidente extrajero y en su país la prensa le criticaría muchísimo».
Mientras Rajoy daba las gracias a los «dirigentes, a todos los militantes, a los simpatizantes, interventores y apoderados...», Pablo Iglesias hacía una lectura crítica de los resultados de Unidos Podemos y respondía a la pregunta de un periodista en inglés. «No estaría mal que cambiaran un poco la escenografía. Si los resultados son malos no hace falta que salga toda la cúpula con caras largas. Con ver una cara larga, la de Pablo Iglesias, habría sido suficiente. Una sencilla rueda de prensa para informar a los periodistas habría estado bien, no hace falta que sea multitudinaria», propone Canaletas.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Publicidad
Publicidad
Favoritos de los suscriptores
Esta funcionalidad es exclusiva para suscriptores.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para suscriptores
¿Ya eres suscriptor?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.