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nahikari cayado
Martes, 27 de julio 2021
El estallido de comportamientos violentos desatado en diferentes municipios vascos el pasado fin de semana tuvo su expresión más dramática en Amorebieta, donde un joven ... de 23 años recibió una brutal paliza que le mantenía ayer en la Unidad de Reanimación del Hospital de Cruces en estado crítico. La víctima, vecina de Lemoa, fue golpeada en la madrugada del domingo en un parque público con botellas, palos y a puñetazos por numerosos jóvenes que le rodeaban mientras algunos grababan el apaleamiento -posteriormente lo difundieron en las redes-. «Dejadlo ya, que lo vais a matar», se oye decir a un testigo del linchamiento cuando los agresores pateaban al chaval, sin ninguna opción ya de escapatoria.
«Está debatiéndose entre la vida y la muerte», confesaban ayer «destrozados» sus amigos en declaraciones a este periódico. La víctima, que responde a las iniciales A. I., sufre un grave traumatismo cranoencefálico entre otras lesiones tras la paliza grupal, según sus allegados. «Es muy fuerte y podrá con esto», se conjuraban.
La pesadilla comenzó sobre las tres de la madrugada del domingo en las campas de Jauregibarria, junto al embarcadero de Amorebieta. Una zona en la que los jóvenes hacían botellón, como es práctica habitual entre las cuadrillas. Según el relato de sus amigos, un grupo de unos «veinte o treinta chavales» de entre 16 y 20 años con residencia en «Barakaldo, Santutxu y alguno en Amorebieta» se acercó a la misma explanada, «intimidando a la gente». «Intentaban robar a quienes podían y acosaban a las chicas, les pedían el Instagram, el número de móvil y no las dejaban en paz», describen las mismas fuentes. Al parecer, y siempre según los mismos medios, la víctima se encaró con ellos y a partir de ahí se desencadenó todo.
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«Comenzaron a darle botellazos en la cabeza, le pegaron con barras y palos. No pararon de agredirle hasta que quedó tendido inconsciente en el suelo. No se podía mover y seguían pisándole la cabeza. Cuando estaba ya sin sentido le registraron los bolsillos para robarle. Eso es inhumano. No se lo merece nadie. Se tiene que hacer justicia por él», advierte uno de sus amigos conteniendo las lágrimas.
El joven A. I. entró en coma, según las mismas fuentes. El Hospital de Cruces confirmó ayer que el chaval estaba ingresado en la Unidad de Reanimación. Hasta el momento no hay personas detenidas por la paliza. La Ertzaintza investiga los hechos junto con la Policía Municipal de Amorebieta, en el que ha sido hasta ahora el incidente más grave de los registrados de madrugada el pasado fin de semana. Peleas y disturbios al calor de botellones que han elevado la alerta de las fuerzas de seguridad en su intento por disolver las aglomeraciones, vetadas por el Gobierno vasco de una a seis de la mañana.
«Van en manada jodiendo la vida a todos. Se creen valientes robando y peleándose con la gente, grabando todo lo que hacen. En realidad son unos cagados y tenemos que plantarles cara. No podemos vivir con miedo por culpa de este grupo», declara el amigo del joven agredido.
La brutal paliza al vecino de Lemoa de 23 años no fue el único episodio violento en Amorebieta en esa misma noche. Según ha podido saber este periódico, el mismo grupo de agresores estuvo «intimidando» a los clientes de una céntrica zona de bares sobre las 23.00 horas, arrojando botellas rotas que habían recogido de un contenedor de vidrio.
«Las botellas volaban, pasaban por encima de las cabezas. Daba miedo de verdad, había niños y gente paseando. Podía haber ocurrido una desgracia», denuncia un testigo, indignado con la actitud de esos chavales.
El sector de la hostelería del municipio ha dado la voz de alarma. De hecho, los propios hosteleros de Amorebieta fueron los encargados de alertar de los comportamientos violentos del fin de semana al convocar una concentración de protesta por el mal ambiente que sacude a la localidad los fines de semana. «Son muchos los chavales de entre 16 y 20 años que vienen en tren con sus litronas a beber en la calle y liarla. Es algo incontrolable», advierte un hostelero con preocupación.
Otro compañero del sector se queja de que todas las peleas ocurren tras el cierre de los establecimientos. «Son muchos los que celebran sus propias fiestas clandestinas o botellones en diferentes lugares del municipio. Es ahí donde tiene que actuar la Ertzaintza. Vienen desde otros pueblos a ponerse ciegos a Amorebieta, la lían petarda y cogen el tren de vuelta a casa. Eso no tiene nada que ver con la hostelería. Nosotros controlamos lo que ocurre en nuestro bar, ¿en manos de quien está lo que ocurre fuera?», se pregunta.
Ambos coinciden en que Amorebieta no ha sido nunca un destino para la fiesta. Pero ahora parece ser el plan ideal del sábado noche para numerosos jóvenes vizcaínos. «Si vienen a consumir y a echar juerga nos parece perfecto, pero si vienen a hacer el mal, no», concluye uno de ellos.
Este vecino zornotzarra lleva «varios fines de semana» observando tras la barra de su bar cómo las aceras y soportales del entorno se llenan de chavales que vienen con sus litronas. Critica, asimismo, que la «inconsciencia» de estas personas afecta de manera directa al sector. «Puede que los vecinos piensen que la culpa es de los bares, pero no es así. Agradeceríamos más control policial. Los que hacen botellón no vienen a consumir, sino a hacer daño y molestar», reprocha.
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