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Irribarria y Rezusta celebran el título.
Irribarria y Rezusta ponen la guinda
Pelota

Irribarria y Rezusta ponen la guinda

La combinación más regular del Parejas se cala las txapelas tras un partido sin estridencias en el que Larunbe pagó en exceso el peso de su primera final

juan pablo martín

Domingo, 9 de abril 2017, 18:01

Irribarria y Rezusta son los nuevos campeones del Parejas. La txapela se fue para Gipuzkoa en las cabezas de la combinación más regular del campeonato. Han ganado 16 de 18 partidos. No hay más que decir. Partían como claros favoritos en el choque decisivo y cumplieron los pronósticos con creces en el frontón Bizkaia. El delantero de Arama bate así el récord de precocidad en esta competición a los 20 años. El zaguero de Bergara pudo por fin saber lo que se siente en el cajón más alto del podio después de que el año pasado se quedara en el camino por la lesión de Irujo. El territorio vecino sigue sacando partido a la camada de pelotaris que, en pleno cambio generacional, está irrumpiendo en este deporte.

No hicieron su mejor encuentro, pero una final lleva implícita otra serie de factores que esta vez jugaron a su favor. Larunbe era primerizo y pagó las consecuencias. El vizcaíno no consiguió gestionar como se debe un duelo de estas características y todo fue más fácil para los de Aspe. En su guión tenían subrayado cargar atrás porque su golpe se lo permite y porque había que explotar el que podía ser punto más débil de la pareja rival. Y no se salieron ni un ápice de lo establecido. Tampoco les hizo falta mucho más porque enseguida vieron dónde estaba el agujero.

El único deseo de Larunbe para este choque era terminarlo con buenas sensaciones, pero su cara al final de la contienda lo decía todo. «No ha excusas. No he podido agarrarme al partido», reconoció. Al de Galdakao se le escapó de la manos. Acabó apenado por su actuación y por no poder ayudar a Bengoetxea VI, que ayer fue el mejor a pesar de la derrota. El navarro se exprimió en la cancha y en ayudar a su compañero sabedor de lo que estaba pasando, pero todo fue en vano. Quiso encontrar al Larunbe que en otras ocasiones había logrado asentarse sin tener en cuenta lo realizado hasta entonces para dar la vuelta al choque, pero no lo encontró.

Sabía de la dificultad de la empresa y puso todo de su parte, pero su compañero se deshizo por la carga a la que le sometieron en una cancha en la que la pelota coge peso atrás, y por que no pudo superar el peso de sus errores.

Bengoetxea VI gestiona

Y eso que hicieron lo más complicado. Aguantaron la propuesta inicial y evitaron que rompieran el choque desde el inicio porque los de Aspe también emitieron algún síntoma de debilidad. Rezusta tampoco estuvo cómodo y a pies parados no pudo ejercer el dominio que se le presuponía. A Irribarria se le fue su primer gancho a la contracancha y prefirió nadar y guardar la ropa.

Ante esta tesitura emergió la mejor versión de Bengoetxea VI a la hora de gestionar la situación. El navarro se duplicó en labores defensivas y arriesgó en cada pelota franca que tuvo para mantener a su pareja dentro del partido. El choque registró hasta tres empates antes de que los dígitos coincidieran por última vez en el marcador en el tanto seis.

Pero con sólo un pilar, generar dudas a los guipuzcoanos fue complicado. Estaban cómodos en su papel, mientras que los azules se movían en tierras movedizas, y no tardaron en lograr la primera tacada reseñable con cinco tantos que corroboraron que su trabajo. Irribarria comenzó a sentirse más cómodo y buscar el aire con más intención aunque sin entrar nunca en el cuerpo a cuerpo con el de Leitza. Rezusta extendió más con su zurda.

Pero Bengoetxea VI y Larunbe todavía aguantaron un poco más porque el navarro todavía tenía alguna carta que jugar. Comenzó a sacar desde pared y en su primera tentativa hizo daño. La segunda se le fue a pasa por arriesgar en exceso. Pero insistió. Una paradita al txoko y un saque-remate de gancho lo ajustaron todo. En el tanto más largo de la tarde -59 pelotazos- incluso Larunbe aportó su granito de arena tras aguantar bien y colocar la bola a pared. Con el 16-13 en el luminoso llegó una de las jugadas claves. El de Leitza dejó a su compañero una pelota franca en el cuadro cuatro para que la rompiera y el de Galdakao la mandó abajo.

Ahí comenzó su verdadero calvario. Las dudas empezaron a consumirle mientras que los colorados mantenían el tipo y le buscaban una y otra vez para cerrar un encuentro en el que el material pasó prácticamente desapercibido.

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