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FERNANDO J. PÉREZ
Jueves, 16 de febrero 2017, 02:42
Cuando Alex Txikon llega a la tienda de campaña en un campo de altura derrengado después de una agotadora jornada de escalada empieza para él todo un protocolo de gestos, costumbres y trucos encaminados siempre a un mismo objetivo: evitar que su cuerpo se congele. ... Tras derretir la nieve para poder meter algo caliente al cuerpo -probablemente lo primero tras diez o doce horas de actividad en el mejor de los casos- toca iniciar la preparación para dormir.
Si las condiciones no son «muy extremas» -todo un eufemismo- se quita las botas y los botines y se pone calcetines limpios. Recostado sobre la esterilla, se coloca las manoplas en el culo, una zona especialmente sensible al soportar el peso del cuerpo contra el suelo helado, se calza los botines y los mete en unos patucos de pluma, dentro de los cuales previamente ha introducido sendas botellas de agua caliente. Entonces envuelve los dos pies con la chaqueta de pluma que utiliza en el exterior (su quinta capa de ropa cuando escala) y se mete dentro del saco de dormir. Si las condiciones son más duras el proceso tiene que ser más rápido: mete los pies, con bota y crampones incluidos, dentro de la mochila y así se introduce en el saco.
La parte de arriba del cuerpo también tiene su proceso. Por supuesto con las cuatro capas de ropa encima, retira los brazos de las mangas del mono de pluma y se los pone cruzados sobre el pecho, con los guantes finos puestos. «Con ese pose soy lo más parecido a un amortajado», explica Alex sin perder el humor.
Pero aún queda un último paso: cubrirse con el saco. «Me bajo el gorro hasta que me cubre toda la cara y cierro el saco hasta arriba, pero dejo una pequeña abertura para poder respirar», detalla. «El truco es que ese hueco en la cremallera del saco nunca lo dejo delante de la cara sino en un lateral ya que el vapor de nuestra respiración genera una escarcha en el techo de la tienda que acaba cayendo. Nos nieva toda la noche dentro de la tienda», relata, «y con la apertura en un lateral evito que esa nieve me caiga en la cara».
¿Todo preparado para dormir? No, aún quedan un par de detalles. Primero la posición. Alex nunca duerme tumbado en los campos de altura. Lo hace incorporado. «Es uno de mis trucos. No sé si tendrá base científica, pero mi experiencia me dice que el riego sanguíneo es mejor en esa posición cuando estoy en altitud. Me siento mucho mejor al despertarme si he dormido en esa posición en vez de tumbado».
Y por último, la luz frontal en la cabeza y dos navajas a mano, una en el bolsillo y otra en el pecho, al alcance de la mano. «Es por pura seguridad. Una avalancha en mitad de la noche y a oscuras supone el final seguro. Si pasa, la frontal me sirve para ver lo que pasa y la navaja para cortar el saco y la tienda y poder salir al exterior lo antes posible». Trucos de un superviviente que ha perdido a más de un compañero arrastrado dentro de la tienda de campaña por un alud nocturno.
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