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Davi Rovira con zapatos de tacón durante la gala de los Goya.
A vueltas con los tacones

A vueltas con los tacones

Dani Rovira se puso unos zapatos rojos para reivindicar la igualdad de género en los Goya. Lo hizo porque le salió «de los tacones» pero ya les podía salir a las actrices... quitárselos

Yolanda Veiga

Miércoles, 27 de junio 2018, 20:49

Se entendió el mensaje, pero falló la transmisión. Dani Rovira se subió el sábado a unos tacones para reivindicar la igualdad de género durante la gala de los Premios Goya. Y muchas mujeres (y muchos hombres) pensamos que estaba metiendo la pata. A ojo, unos doce centímetros.

Viniendo de Rovira una se cree que de verdad lo hizo porque le salió de los tacones, como él dijo, y que la intención era buena pero el resultado fue torpe. Casi contraproducente. Si quería ponerse en los pies de una mujer, podía haber calzado perfectamente unas zapatillas, que es lo que usan la mayoría de las chicas que una ve por la calle.

Habría que haberles levantado un poco el vestido a las actrices, un mucho a algunas porque se vieron colas de metros... para ver qué llevaban en los pies. Pero uno contra diez que no habríamos encontrado un solo zapato plano. Mucho menos aún un zapato cómodo.

Se acepta que los Goya tienen su liturgia y que la alfombra roja perdería vistosidad si la gente fuera en vaqueros (lo que no perdería es absolutamente nada si no invitaran a la estilista de 'Cámbiame'). Pero no se entiende la tortura autoimpuesta de muchas actrices por enfundarse esos trajes con lo que casi no pueden ni moverse. Sin entrar a valorar lo feos o bonitos de tules y plumajes que se exhibieron el sábado, es francamente absurdo el desfile de mujeres a punto de caerse por las escaleras.

Aprovecharon muchas el premio para reivindicar más papeles femeninos en el cine y trabajo para mujeres de todas las edades. Y eso nunca estará de sobra mientras siga habiendo más hombres protagonistas y se siga marginando en la gran pantalla a las actrices mayores, salvo para hacer de abuelas. Pero cuando uno ve la gala de los Goya no percibe ese heterogeneo universo femenino que se reinvidica desde los discursos en el atril. Solo se ve un tipo de mujer: glamourosa, perfecta, hombros hacia atrás que es la pose más favorecedora para las fotos, subida a unos andamios de 12 ó 14 centímetros que dicen que estilizan... y deforman los dedos, provocan dolor de espalda...

Mientras aquí reivindicamos la igualdad encaramadas a los más incómodos pero sofisticados tacones, el Parlamento británico quiere multar a las empresas que tengan un código de vestimenta sexista y obliguen a sus empleadas, entre otras cosas, a calzarse unos zapatos que más allá de la crítica por lo simbólico, no les dejan trabajar a gusto.

Se agradece el incansable trabajo reivindicativo de buena parte de los profesionales del cine contra la guerra, los desahucios, la subida del IVA cultural, la desigualdad de género... Diría Dani Rovira que ellas lo hacen porque les sale de los tacones. Y una piensa que les podía salir de los tacones, precisamente, quitárselos.

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