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J. MUR | I. S. LUNA
Jueves, 14 de junio 2018, 01:38
Aproximadamente medio centenar de niños de entre 11 y 12 años practicaron diversos deportes acuáticos el pasado lunes en la playa de Plentzia durante una excursión escolar de fin de curso, cuando el baño estaba desaconsejado por la presencia de contaminación fecal. En el arenal ondeaba la bandera roja y el Gobierno vasco había emitido, hacía una semana, una alerta ante el posible riesgo para la salud de los bañistas. Un aviso que aún no ha sido desactivado.
Pese a todo, Cabobillano, la empresa de deportes de aventura que el colegio El Regato de Barakaldo había contratado decidió seguir adelante con la actividad. Los profesores tampoco pusieron ningún reparo. Al regreso de la excursión, en los teléfonos móviles de los progenitores comenzaron a cruzarse mensajes de lo que había sucedido, ante el asombro de la mayoría de ellos, que desconocía los problemas de polución del arenal de Uribe-Kosta. «Estamos muy enfadados», explicaba ayer a EL CORREO una madre. «No entendemos cómo los monitores y los docentes mandan a los críos al agua, habiendo bandera roja. No hay derecho», añadía.
El director gerente del colegio El Regato, Víctor Manuel García, aseguró que nadie les había informado, «ni desde estamentos públicos ni desde la firma contratada». García también quiso dejar claro que «ni los propios socorristas advirtieron de que no se podía entrar en el agua. La bandera roja era una recomendación para no bañarse, no una prohibición», matizó. En este sentido, reconoció que la primera información sobre la mala calidad del agua de diversos arenales de Uribe-Kosta y Getxo, le llegó anteayer por la noticia publicada en este diario.
9 días dura ya la alerta. Mañana se realizará un nuevo análisis para averiguar si hay presencia de bacterias relacionadas con la contaminación fecal.
A media tarde, el centro escolar remitió un comunicado a los padres explicando lo sucedido y descargando cualquier responsabilidad que pudieran tener los profesores. Además, el colegio ha suspendido, por ahora, otra excursión de las mismas características que se iba a desarrollar mañana. Sólo en el caso de que la calidad del agua cambie, el viaje de fin de curso se realizaría.
Por su parte, la empresa Cabobillano que metió al medio centenar de niños en el mar asegura que lo hizo porque «los socorristas nos dijeron por la mañana que había mejorado la situación y que, en breve, iban a izar la bandera amarilla». Según este relato, horas después de las clases de surf y piragua, una nueva tormenta arrastró más contaminación fecal a la bahía, lo que hizo que empeorara, de nuevo, la calidad del baño. La misma fuente sostiene que se tomaron «varias precauciones». «Decidimos recortar el tiempo de exposición al agua, que no llegó a una hora. Y les dimos trajes de neopreno». Posteriormente, «les hicimos ducharse dos veces», en la propia playa y en sus vestuarios. Otras empresas, como Troka Abentura, suspendieron el mismo día 5 sus actividades, que aún no han retomado.
Desde inicios de la semana pasada, la situación en varios arenales es complicada. Los análisis realizados por el Gobierno vasco determinan que en cinco playas (Las Arenas, Ereaga, Arrigunaga, Plentzia y Gorliz) persiste la presencia de bacterias de e.coli y enterococos. ¿A qué se debe esta situación? Las grandes tormentas colapsaron las redes de saneamiento de Bizkaia. Tal cantidad de líquido obligó a aliviar la depuradora de Galindo para evitar que «el sistema se desbordara». Así que los residuos fecales e industriales se vertieron al mar sin tratamiento alguno.
La alerta ante el posible riesgo para la salud de los bañistas en distintos arenales vizcaínos -a la que se ha sumado al mal tiempo- ha caído como una losa sobre los negocios que en estas fechas del año deberían estar en su máximo apogeo. Según explica Jabier Fuertes Udaondo, gerente de la firma Troka Abentura -situada en Gorliz-, «desde el día 5 de junio cuando se puso la bandera roja hemos suspendido todas nuestras actividades de surf y body board, como se puede ver en nuestras redes sociales». Por ello, según explica, «todos los centros escolares que desde ése día han realizado actividades con nosotros, han sido terrestres». Aunque algunos colegios han preferido suspender la actividad contratada, lo que les ha supuesto anulaciones por valor de «más de 3.000 euros».
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