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La primavera se afianza en Bizkaia cargada de chubascos, fuertes vientos y mala mar. Está siendo un arranque de estación «inusual», según los expertos, que consideran este año agrometeorólogico -que va desde el 1 de septiembre hasta el 31 de agosto- como el más húmedo en siete décadas, ya que existen registros tan solo desde 1948.
Los datos son llamativos. Según la delegada de la Agencia Estatal de Meteorología en Euskadi, Margarita Martín, desde septiembre y hasta las 17.00 horas de ayer habían caído en Bizkaia más de 1.328 litros de agua por metro cuadrado, cuando la media anual era de 1.211. Solo existe un precedente similar, cuando hasta abril de 2013 jarrearon del orden de 1.113 litros. Echando mano de la estadística, la experta calcula que «ya llevamos más de 840 litros de propina», si se compara lo que ha caído con lo que debería haber llovido hasta estas fechas.
Y después del invierno más pasado por agua que se recuerde, el mal tiempo sigue sin dar tregua. El martes un intenso temporal volvió a poner fin a las expectativas de sol. La tónica fue ayer idéntica. En Gipuzkoa, los pluviómetros batieron récords: Berastegi registró un acumulado de 122,2 litros por metro cuadrado en un solo día, frente a los 60,3 que se contabilizaron, por ejemplo, en Otxandio. En Derio cayeron casi 40, el doble que en Bilbao, que registró 22,3. Muy intenso, sí, pero nada que ver con lo que ocurrió durante las inundaciones de 1983: entonces, llovió diez veces más en la capital vizcaína.
1.328 litros habían caído hasta ayer en Bizkaia desde el 1 de septiembre, cuando arrancó el año agrometeorológico. La media anual era de 1.211.
60,3 litros por metro cuadrado en 24 horas cayeron en Otxandio.
El Gobierno vasco decretó la alerta amarilla en Bizkaia y naranja en Gipuzkoa, donde la tormenta fue aún peor. Se espera desactivar ambas a mediodía de hoy, cuando remita «el episodio de precipitaciones persistentes». La previsión es que caígan hasta 60 litros por metro cuadrado con un fuerte viento del noroeste. La temperatura tampoco acompañó ayer, con máximas de 11,7 grados en territorio vizcaíno.
Los bomberos recibieron diversos avisos de conductores porque el intenso azote de la lluvia provocó que quedaran atrapados en balsas de agua en la calzada, como en la N-240 en Lemoa. Grandes charcos cortaron también algunos tramos de la carretera entre Asua y Lutxana de Erandio. A ello se añadieron algunos accidentes que complicaron la circulación, como una salida de calzada en la AP-8, a su paso por Abadiño donde resultó herida una conductora.
Las fuertes precipitaciones ablandaron terrenos y provocaron desprendimientos en varias laderas incapaces de absorber el agua. Una parte del muro y del paseo de Soloarte en Basauri se vino abajo obligando a cerrar, por precaución, el patio inferior de un colegio. La pista de acceso al monte Serantes desde el barrio de San Juan, en Santurtzi, tuvo que ser cortada al tráfico desde la mañana tras un corrimiento de tierras que depositó sobre el asfalto alrededor de 20 toneladas de lodo. El bloqueo afectó a los ganaderos de la zona, que no pudieron acceder con sus vehículos a sus fincas, aunque sí a pie. La carretera se reabrió a la una y media de la tarde. Mientras, la caída de un árbol obligó a cerrar uno de los dos accesos a Isuskiza, un barrio con un millar de vecinos en Plentzia.
Los ríos alcanzaron un caudal preocupante, especialmente en Gipuzkoa, y el Departamento de Seguridad tuvo que declarar la fase de alerta ante el riesgo de inundaciones. La mayoría llegó al nivel amarillo. Se registraron pequeños desbordamientos en el Ibaizabal a su paso por Zuazo, en Galdakao. En el barrio de Belako de Mungia, los bomberos tuvieron que ayudar a un hombre que no podía desplazarse hasta un centro médico al haber quedado anegados los alrededores de su casa por el río Butrón. El pantano alavés de Ullibarri, que ayer ya se situaba casi al 93% de su capacidad, comenzó a soltar 31.000 litros por segundo ante las previsiones meteorológicas. El desembalse provocó pequeñas inundaciones al paso del Zadorra por el barrio de Abetxuko.
Justo tres meses después de que un intenso diluvio anegara la zona del Kurtzero en Muxika, la población revivía ayer la pesadilla. La angustia se apoderó de los residentes que observaban con cautela la crecida del río Oka y de su afluente, el Elizalde. «Todavía falta un metro para que se desborde su caudal, pero es que no para de llover», aseguraba el alcalde, Aitor Goldaraz, a media tarde. La incesante lluvia a lo largo de toda la jornada recordó aquella noche infernal del 11 de enero. Ante el aterrador panorama y en previsión de otra posible desgracia, el Ayuntamiento alertó a mediodía del riesgo de desbordamiento de los dos ríos que atraviesan el término municipal de Muxika para que los residentes adoptaran las oportunas medidas de precaución. «Barajamos la posibilidad de evacuar el centro Zubietarrota, 'zona cero' de las inundaciones de enero, pero al final de la tarde el recinto cultural continuaba con su actividad diaria», informó el primer edil. Él mismo se encargó de vigilar, cada media hora, el caudal de ambos cauces.
Por fortuna, el inquietante panorama que vivieron ayer en Muxika dio un giro de 180 grados a partir de las siete de la tarde al disminuir la intensidad de la lluvia. «Cada vez que caen cuatro gotas, ya tenemos el miedo en el cuerpo», aseguraba una vecina del Kurtzero.
Santiago Gaztelumendi, coordinador de Euskalmet, aseguró que este episodio de precipitaciones intensas remitirá hoy, pero aun así queda lluvia para rato. Serán «las típicas de estas fechas», señaló. Según Aemet, el sábado será una jornada de transición en la costa, aunque el sol hará, por fin, su aparición en Álava. En Bizkaia caerán algunos aguaceros, aunque lo más probable es que lo hagan de madrugada. A continuación, habrá temperaturas «más propias de abril» y máximas de 18 grados hasta el miércoles.
Pero el mal tiempo está lejos de dar tregua. A partir del próximo jueves, las previsiones son difusas. La primavera es la estación más imprevisible y Martín explica que es «probable que siga lloviendo» por el rosario de constantes bajas que descienden del norte, para acabar girando hacia el Mediterráneo.
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