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Privada de su habitual oscuridad, las galerías sorprenden con una explosión de color gracias a su riqueza mineral.

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Privada de su habitual oscuridad, las galerías sorprenden con una explosión de color gracias a su riqueza mineral. Fernando Gómez

Las alucinantes entrañas de Miribilla

El Gobierno vasco confirma la estabilidad de la mina Malaespera tras siete años cegada por un derrumbe

josé domínguez

Martes, 7 de noviembre 2017

Cuando era universitario, donde más aprendía Álex Franco era en las entrañas de la mina Malaespera. «Cargaba mi mochila con un bocata, un martillo y un cincel y me pasaba el día picando», recuerda el actual responsable del área de Geología y Minería del Ente Vasco de Energía. Una afición que le ha reportado incalculables «tesoros» en forma de minerales que no duda en situar entre los más valiosos de su colección personal. Por eso, desde que el hundimiento de quince metros del túnel de acceso las cegara por completo en diciembre de 2010, ha sido uno de los principales impulsores de la reapertura de unas galerías cuya estabilidad, además, resulta fundamental para el nuevo barrio de Miribilla, que con más de 3.000 viviendas y 11.000 vecinos corona la antigua explotación de siderita (mineral de hierro) cuarenta metros más arriba. Concluidos los trabajos de reparación de la entrada, ayer el responsable del EVE ejercía de guía a EL CORREO, el primero en entrar en esta colosal excavación en la que cabrían cuatro campos de fútbol (tiene 300 metros de profundidad y hasta 100 de anchura en algunos tramos), eso sí, moteados por 72 columnas imponentes de nueve metros de diámetro y hasta veintidós de altura.

Nada más superar el nuevo túnel, el hall de entrada a Malaespera sobrecoge al visitante. «Toda la mina se excavó centímetro a centímetro en una roca caliza compacta e inmensa, donde se dejaron estos pilares del propio mineral que son tan robustos que no dudábamos sobre su perfecto estado de conservación», remarca Franco. Con todo, reconoce que el espacio liberado de la piedra resulta «impresionante». Sus dimensiones son tan abrumadoras que «hasta los camiones circulaban por su interior para sacar la carga».

«La mina se excavó en una roca inmensa y se dejaron pilares tan robustos que siguen en perfecto estado»

Conservación

Por este laberinto de túneles, el geólogo se mueve como pez en el agua. «Ahí, cerca del pilar número 7 era la zona más rica para nosotros. Frente a lo que muchos piensan, en esta mina no sólo había siderita muy rica en hierro, sino también galenas, calcitas, cuarzos, marmatitas», remarca mientras un ruido chirriante silencia bruscamente una visita hasta entonces animada. Es el paso del tren de cercanías que viene de Llodio, que circula justo por aquí al lado. «Cuentan que en la Guerra Civil se abrió una entrada directa para utilizar la mina como almacén o algo así».

Tras superar numerosos extensores (alambres verticales que miden si la roca se mueve), colocados antes de la construcción de las viviendas en 2002 y que «se conservan perfectos», el recorrido culmina en una pequeña cuesta, «donde en realidad estaba el agujero para bajar a los dos niveles inferiores que tenía la mina y que fue cegado». En esta zona del yacimiento, el goteo de agua es constante y, al levantar la mirada, aparece todo un descubrimiento: las primeras «estalactitas que se están creando en Malaespera». De momento son, en palabras del propio Franco, «pequeños churros de apenas cinco o diez centímetros, pero que llevan formándose desde que se excavaron estas galerías hace más de 60 años (la mina comenzó a explotarse en 1864)».

Apertura al público

Este fenómeno geológico es, a juicio del experto, una de las «muchas razones» por las que cree que las instituciones deberían buscar una utilidad pública al «único resto de la actividad minera de esta entidad y riqueza que se conserva en Bilbao». No en vano, la Asociación Vasca de Mineralogía y Paleontología Harridunak (de la que él es miembro) ya proponía aprovechar las galerías para crear un centro de interpretación antes del derrumbe del acceso en 2010. «Tendría un alto valor didáctico para escolares de toda Bizkaia», remarca. Se convertiría, además, en otro atractivo turístico de la capital vizcaína, «una oferta para un visitante especializado que funciona muy bien en otros países europeos con tradición minera e industrial». Hace un año, el director de Energía y Minas, Aitor Oregi, ya adelantó su postura favorable a buscar l ayudas para garantizar su conservación e incluso valorar una posible apertura al público. «Volveremos a plantear un proyecto que sólo será posible si hay voluntad política», concluye Franco.

EN SU CONTEXTO

  • 1975 fue el año en que se dejó de trabajar en la mina Malaespera, que desde 1864 fue explotada para extraer mineral de hierro, primero en la superficie del monte y luego en su subsuelo.

  • Explotación. Se empleó el sistema denominado ‘de cámaras y pilares’: se excava la roca y se dejan grandes columnas de mineral que soportan sin problemas el peso.

  • 3 niveles tenía la mina originariamente. Tras el estudio de estabilidad realizado antes de levantar las viviendas en Miribilla, para aumentar la seguridad se optó por cegar los dos inferiores.

  • Reapertura. Para reabrir el acceso ha habido que retirar 40 camiones de restos del desprendimiento y construir un nuevo túnel de 15 metros de longitud por cinco de anchura reforzado con hormigón.

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