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A última hora del jueves, con la localidad sumida en el caos causado por las torrenciales lluvias, el alcalde de Muxika, Aitor Golzaraz, se quejaba amargamente de que «nadie nos ha avisado, no hemos recibido ninguna alerta de que esto podía pasar». Y era ... cierto. Nadie había alertado ni a ayuntamientos, ni a servicios de emergencia, ni a la población en general de que se avecinaban fuertes precipitaciones que podrían causar inundaciones, como así ocurrió. Ningún experto meteorológico, ni de Euskalmet ni de la agencia estatal Aemet, lanzó pronóstico alguno por riesgo de lluvias intensas sencillamente porque nadie vio venir el fenómeno. «Ha sido algo extrañísimo pero ningún modelo meteorológico advirtió de esta situación, ni siquiera de la posiblidad de que pudiese desencadenarse algo similar», reconoce el responsable meteorológico de la agencia vasca, José Antonio Aranda.
De hecho, el Departamento de Seguridad tenía ayer activados dos avisos amarillos por meteorología adversa, uno por nieve en el interior y otro por fenómenos costeros. Pero ninguno por lluvia. «Los modelos daban bastante viento del oeste en toda la cornisa cantábrica, pero de repente al mediodía el viento paró y por ello vimos copos de nieve en zonas del interior de Bizkaia y Gipuzkoa donde no se esperaban», detalla Aranda.
Por la tarde, los meteorólogos también comprobaban con «extrañeza» cómo ese frente que se dirigía hacia el este, hacia Gipuzkoa, de repente se convertía en una línea muy estrecha con nubes de «mucho desarrollo que empiezan a descargar chubascos de mucha intesidad», tanta que «nunca, desde que llevamos haciendo mediciones, habíamos conocido algo similar en invierno. 26 litros por metro cuadrados es una auténtica barbaridad, una intensidad desconocida en invierno», destaca Aranda, que equipara este episodio a una «tormenta de verano. La diferencia es que descargó en enero en zonas ya saturadas de agua y sobre una cuenca en concreto, la del Oka».
Cuando tuvieron constancia de la que se avecinaba ya era tarde: las nubes descargaban con furor y los recursos se movilizaban en medio del diluvio. Ahora, los responsables de Euskalmet estudiarán lo sucedido para poder predecir situaciones futuras. «Hoy por hoy es una situación totalmente excepcional que no habíamos visto jamás», insiste el experto.
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