«Al volver a casa he abrazado a mi hijo»

El último chavalito que ha salido ha sido como un milagro. Pensábamos que ahí ya no podía quedar nadie vivo cuando le han sacado los bomberos, que han hecho un trabajo impresionante, impecable.

He vivido en Zorroza, y como es tu barrio de toda la vida te toca un poco más. Soy padre de un niño de cinco años y cuando te enteras de que hay críos se te encoge el pecho. Llevo diez años en la Policía Municipal de Bilbao y he visto de todo: suicidios, accidentes muy fuertes, pero cuando hay niños te sobrecoge como persona y como padre, te deja bloqueado. Ha sido muy duro y eso que he aprendido a hacerme frío. Cuando llegué a casa, abracé a mi hijo. Es humano llevártelo a tu terreno.

Ésta es una de esas cosas que te tocan, te tocan por haber vivido toda la vida en este barrio, te tocan como policía municipal, te tocan como persona y como padre.

Llegas y ves muchos heridos, algún trasladado crítico y escuchas un comentario que se repite: «Faltan cinco, dos de ellos muy pequeñitos». Los bomberos se afanan con todo su arsenal en sofocar las llamas de un edificio con estructura de madera... una ardua tarea. Cuando controlan las llamas aparecen con un niño vivo de unos doce años, pero las sospechas se confirman: cuatro fallecidos, dos de ellos niños.... Puedo llevar años viendo cosas muy fuertes, pero ese sentimiento paterno que te ahoga y no te deja decir nada, al saber que los más peques se van, a eso es imposible acostumbrarse. Mi más sentido pésame a la familia.