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Sophia Lösche, activista alemana en favor de los inmigrantes de 28 años, fue hallada sin vida ayer, sobre las 15.20 horas, cerca de la gasolinera de Egino, en el término municipal de Asparrena, en Álava. Hacía una semana que nada se sabía acerca de su paradero desde que subió a un camión con semiremolque y placas marroquíes en Schkeuditz, en la zona Este de su país. Hacía autostop con la intención de llegar a su ciudad natal, Amberg, ubicada a unos 260 kilómetros al Sur. El conductor, ya detenido, de ese vehículo es el presunto asesino.
Una patrulla de tráfico de la Guardia Civil le detuvo el martes en una carretera a la altura de la localidad jienense de Bailén. Supuestamente se dirigía al estrecho de Gibraltar, con intención de coger un ferry y desembarcar en Marruecos, donde buscaría ponerse a salvo de la Justicia europea. El miércoles fue puesto a disposición del Juzgado Central de Instrucción número 6 de la Audiencia Nacional. Su confesión habría permitido la localización ayer del cadáver de la joven, cuyo caso había saltado a los medios germanos tras la denuncia de su familia, presentada a las 24 horas de su desaparición.
Sophia era presidenta de las juventudes de la SPD (partido socialdemócrata) en Bamberg y estudiante universitaria. Había colaborado con una ONG en la isla griega de Lesbos, donde ayudó a inmigrantes sin recursos.
Fuentes consultadas por este periódico subrayaron que el cuerpo presentaba «claros síntomas de violencia». El presunto autor del crimen habría intentado quemarlo en un vano intento por eliminar cualquier resto incriminatorio. La autopsia, que se practicará probablemente a lo largo de hoy en el Servicio de Patología Forense de Vitoria, determinará las causas de la muerte. También el momento aproximado en que ocurrió, lo que permitirá determinar si fue en Alemania, Francia o en Euskadi. De ello dependerá qué juzgado dirigirá el asunto.
Porque es un misterio qué sucedió durante esos 1.845 kilómetros de travesía a lo largo de Alemania, Francia y, por último, Álava. El camionero todavía seguiría adelante otros 600 antes de ser capturado.
Tras interrogar a testigos y barrer las diferentes cámaras de seguridad del área donde se perdió el rastro, la Policía alemana enseguida apuntó a este camionero como único sospechoso de la desaparición. Al constatar que había logrado pasar a Francia, se emitió una orden de captura internacional. La Ertzaintza también estaba al corriente de la desaparición y de la posibilidad real de que el vehículo sospechoso cruzara por la red viaria vasca. Como así sucedió.
A pesar de ese aviso internacional, el ahora detenido no sólo atravesó el país vecino, sino que se internó en España sin mayores complicaciones. Se calcula que, como muy tarde, pasó por Biriatou el lunes. La investigación, bajo secreto de sumario por orden del Juzgado de Instrucción número 3 de Vitoria, determinará en próximas fechas si cuando paró cerca de la estación de servicio de Egino, Sophia ya estaba muerta o si presuntamente acabó con su vida allí mismo. El último vestigio de que seguía con vida data del jueves 14. Un mensaje de móvil redactado un poco más tarde de las 18.00 horas, cuando se montó en el trailer con consecuencias funestas.
Debido a esas nebulosas en el caso, durante buena parte de la tarde de ayer, agentes especializados, peritos forenses y una comisión judicial peinaron palmo a palmo el páramo enclavado en La Llanada. Buscaban el mayor número posible de indicios. El camión que conducía el único sospechoso del crimen también se someterá a un exhaustivo análisis. Cualquier evidencia de ADN marcará del devenir de la investigación, todavía en su fase embrionaria y en la que también participan Policía Nacional y Ertzaintza.
En Alemania, gracias a la concienzuda revisión del sistema de cámaras de seguridad de la zona donde se la vio por última vez, la Policía de aquel país conocía la marca, matrícula y hasta la rotulación del camión, que arrastraba un semirremolque. Tanta información sirvió para que el martes, efectivos de la Guardia Civil le dieran el alto en Bailén a centenares de kilómetros del macabro escenario descubierto en Egino. Por fin empezaban a encajar todas las piezas. Aunque para Sophia ya fuera demasiado tarde.
Todo indica que víctima y sospechoso se conocieron el jueves 14, cuando éste supuestamente le invitó a subir a la cabina de su camión. Debido a la implicación de Sophia con el colectivo inmigrante y, tras trascender desde los primeros días de su desaparición el origen magrebí del ahora detenido, su caso ha generado polémica en Alemania.
En declaraciones a la revista Bild, su hermano dijo ayer que «bajo ninguna circunstancia Sophia querría que la agitación racista se hiciera a su costa, como ya está sucediendo. Estamos recibiendo desde comentarios de odio hasta amenazas de muerte de personas de extrema derecha».
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