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Ander Carazo
Viernes, 24 de junio 2016, 01:32
Álava siempre ha sido una circunscripción electoral que se ha movido a la par que el conjunto de España. Cuando Adolfo Suárez, Felipe González, José María Aznar y José Luis Rodríguez Zapatero consiguieron el apoyo de la mayoría a nivel nacional ... para ser presidentes también se anotaron una victoria en el territorio histórico. Con Mariano Rajoy sucedió lo mismo en los comicios de 2011, pero el pasado 20 de diciembre este comportamiento constante ante las urnas sufrió una alteración. Los alaveses respaldaron a Podemos, que se quedó a escasos 1.100 sufragios de alcanzar el segundo escaño, cuando en el Estado triunfaba el PP que después, eso sí, no logró los apoyos parlamentarios suficientes para reeditar su Gobierno.
Un resultado que supuso una auténtica sorpresa. 48.413 papeletas, el doble que en las elecciones forales celebradas siete meses atrás lo que -como reconocen destacados dirigentes de la formación morada en Álava- demuestra el tirón de Pablo Iglesias y el acierto de apostar por la sensibilidad ecologista con Juantxo López de Uralde que, en solitario al frente de Equo, tenía el apoyo de más de 4.000 personas.
Hasta el pasado 20-D, el electorado alavés era cambiante, pero previsible. En las 47 citas con las urnas que se habían celebrado desde la reinstauración de la democracia, cinco partidos salieron victoriosos: la extinta UCD, el PP, el PSOE, el PNV y EA (en el viaje de ida y vuelta de José Ángel Cuerda). Pero era fijo que quien ganaba en Álava, gobernaría. Tan sólo en tres ocasiones la decisión mayoritaria de los ciudadanos del territorio histórico no se había traducido en un gobierno, todas ellas en comicios forales. En 2003, ganó la coalición PNV-EA de Álvaro Iturritxa, pero gobernó Ramón Rabanera (PP). En 2007 ocurrió lo contrario; ganó el PP, pero gobernó el PNV (con Xabier Agirre como diputado general). Y en los últimos comicios de 2015 volvió a ocurrir lo mismo, el PP obtuvo el mayor número de votos, pero los pactos hicieron diputado general a Ramiro González (PNV), que además había obtenido un escaño más.
Incluso en las autonómicas de 2009, Patxi López salió victorioso en Álava y los escaños le valieron al portugalujo para sustituir al laudiotarra Juan José Ibarretxe y convertirse en el primer lehendakari no nacionalista. En buena manera se vio impulsado por el 'efecto ZP' que en las generales de un año atrás fijó el techo electoral, el récord absoluto de la serie histórica, con 69.479 sufragios. Esto supone 44.148 más que los resultados conseguidos por los socialistas el 20 de diciembre, lo que supone poco menos de la suma de aforos del estadio de Mendizorroza, del pabellón Buesa Arena y del multiusos Iradier Arena.
Así que a la cuadragésima octava ocasión, el laboratorio de Álava, como lo definirían los politólogos y sociólogos, 'saltó por los aires' con la irrupción del fenómeno Podemos y la segunda plaza del PP, pese a tener al ministro Alfonso Alonso como cabeza de lista. Un comportamiento electoral inusual entre los habitantes del territorio histórico que -a la vista de las últimas encuestas- podía repetirse este domingo con incluso un segundo escaño para los de Pablo Iglesias y la victoria a nivel nacional de Rajoy.
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