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Nuria Nuño
Sábado, 20 de febrero 2016, 01:28
Álava se ha distinguido desde hace años como abanderada y referencia de los servicios sociales. Eso sí, en ocasiones, la disponibilidad de medios resulta insuficiente para poder atender todas las solicitudes existentes. De hecho, el progresivo envejecimiento de la población que sufre la provincia se ha convertido en un quebradero de cabeza para la Diputación, que ha visto cómo su oferta de recursos camina a ritmo más lento que la demanda. Es lo que ocurre, por ejemplo, con las peticiones para ingresar en una residencia pública de la tercera edad. Los datos más recientes que maneja el Instituto Foral de Bienestar Social -correspondientes al pasado 31 de diciembre- cifran en 245 las personas que se encuentran a la espera de que se produzca una vacante en un geriátrico o centro de día público, según informó ayer Beatriz Artolazabal, diputada de Servicios Sociales.
Si se desglosa esa lista de espera, se observa que un total de 63 alaveses aguardan su turno para hacerse con una plaza residencial asistida, mientras que otros 94 aspiran a una psicogeriátrica. En cuanto a los centros de día, 31 personas precisan una atención asistencial y otras 57 requieren la de carácter psicogeriátrico. De igual modo, cabe destacar que, de los 157 alaveses en «espera real» para acceder a una residencia de ancianos, un total de 44 reciben asistencia domiciliaria y otro medio centenar son atendidos en un centro de día, detalló Artolazabal.
La cifra de dependientes a la espera de lograr una plaza, sin embargo, aumenta sensiblemente si se tiene en cuenta a todas las personas integradas en el llamado programa de reasignación de recursos. De hecho, otras 327 forman parte de ese listado. En ese colectivo, se incluye también a quienes presentan una dependencia moderada de grado 1, situación que no les da derecho a acceder a una plaza residencial. En consecuencia, habría un total de 572 ciudadanos a la espera de ingresar en alguna residencia o centro de día.
Eso sí, conviene recordar que esas personas no se encuentran desprovistas del paraguas público social, ya que muchas reciben ayudas económicas. En concreto, son perceptoras de la Prestación Económica Vinculada al Servicio (PEVS). Esta ayuda está dirigida a aquellos ciudadanos que desean acceder a una plaza geriátrica pero que no tienen más alternativa que acudir al sector privado dada la saturación del público. Su cuantía varía en función de la gravedad del caso.
Entre 22 y 117 días
Se trata, en definitiva, de una subvención de carácter mensual con la que esos dependientes o sus familias pueden costear, de forma temporal, una plaza en un centro de día, recibir atención diurna, residencial permanente o acceder a una vivienda comunitaria. «Es decir, durante el tiempo que permanecen en el programa, la mayoría de las personas en espera reciben transitoriamente algún tipo de recurso foral», enfatizó la diputada de Servicios Sociales.
En cuanto al tiempo medio que debe aguardar un alavés para acceder a alguno de los recursos gestionados por la Diputación, éste varía en función del tipo de atención que se precise. Así, por ejemplo, para lograr una plaza asistencial en un centro de día fue necesario esperar veintidós días, que se ampliaron hasta las 41 jornadas para quienes necesitaban una atención psicogeriátrica. En el caso de los geriátricos, la espera aumenta hasta los 78 y 117 jornadas, respectivamente.
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