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Francisco Góngora
Domingo, 7 de diciembre 2014, 02:40
En los anales de la Meteorología el 25 de diciembre de 1962 fue el día más frío en el conjunto de toda la Península Ibérica desde 1920. O sea, de los últimos 94 años. Se registraron medias extraordinariamente gélidas. La temperatura más baja, sin embargo, se sufrió en el Lago Estrangento (Lleida) el 2 de febrero de 1956. Fue de 32 grados negativos. Casi nada.
Vitoria tiene marcado en rojo ese mismo día porque se alcanzó un dígito de -21 grados. Fue durante la madrugada del día de la Navidad. Porque la Nochebuena también fue de efeméride: -18 grados. Y con esa temperatura se inauguró el Belén Monumental de La Florida, un pesebre que ocupa por su originalidad el primer puesto mundial en singularidad y atractivo, según un listado elaborado por la federación internacional de belenistas. Un catálogo que otorga el tercer lugar al Belén articulado de Laguardia, otra joya universal que seguramente la mayoría de los alaveses desconocen. Así nos va.
En el libro Historia y Naturaleza del parque de la Florida, Miguel Ángel Domingo, hace un detallado relato de la tarde que precedió a aquella madrugada heladora. "El otoño de 1962 se tornó un frenesí de actividad al arrancar la iniciativa de Julián Ortiz de Viñaspre, Jovi y José María Díaz de Otazu, respaldada por el presidente de la Comisión de Festejos Javier Vera-Fajardo de instalar en La Florida un nacimiento con figuras de tamaño natural. Los diseños de Ortiz de Viñaspre fueron ejecutados por el escayolista Ángel Quintana. Las prisas proporcionaron algunos sustos, como alguna figura quemada en los hornos de la fábrica de furgonetas DKW, donde se cocieron las figuras de barro, o la necesidad de serrar el buey y la mula para introducirlos en la gruta".
Miguel Ángel Domingo prosigue: "En una gélida tarde invernal de diciembre a 18 grados bajo cero, se daban los últimos toques a las figuras, mientras los bomberos se encaramaban a colgar la estrella. Siete figuras inauguraron aquel reducido belén: el Misterio con Jesús, María y José acompañados de la mula y el buey; un palestino jalando a su borrico cargado de leña, y una modestísima Anunciata con el ángel y un pastor que se situó en una plataforma sobre el estanque.
La inauguración tuvo lugar el día 24 de diciembre y el acto, animado por los villancicos interpretados por el bisoño coro de la Excursionista Manuel Iradier, bajo la dirección de Emilio Ipinza, a la plana mayor de las autoridades. El obispo Peralta Ballabriga, azuzado por el frío, se apresuró a bendecirlo y declararlo inaugurado.
La llegada de los Reyes
Durante los años siguientes, el próspero belén fue incrementando el número de personajes y elementos de ambientación. Por ejemplo, al segundo año se incorporaron los Reyes Magos a caballo con sus pajes, regalo de la Caja de Ahorros Municipal. El exitoso nacimiento congregó enseguida enormes colas y en esos primeros años, según el cronista local de la época, cada 25 de diciembre se calculaba entre 20.000 y 25.000 personas visitaban la gruta, con enormes colas que alcanzaban la calle Ramón y Cajal. Al éxito de asistencia se unía el de recaudación de donativos que en estos primeros años se empleaban para obras piadosas, en lugar de para adquirir nuevas figuras, costumbre que se instauraría más tarde. En tan temprana época se implantó también la salvaje tradición de los ataques vandálicos contra las figuras; la mañana del 7 de enero de 1965 todas las figuras, salvo las protegidas por la cancela en la gruta, cuya cerradura también se intentó forzar, aparecieron tiradas por los suelos gravemente dañadas. Algunas irrecuperables.
El Belén de La Florida es sin duda un rico patrimonio artístico de la ciudad fruto de la intuición y la pasión pesebrista de un grupo de pioneros vitorianos, que nació al mismo tiempo que otros símbolos como el Celedón, en época de formación de la nueva Vitoria.
Uno de los promotores del belén, el polifacético Luis María Sánchez Íñigo explicaba así la elección de La Florida. "El parque era pura y hermosa ficción, como cualquier jardín. Hay montañas que no lo son, grutas falsas, la cascada de un río inexistente, caminos de arena, igual que un belén. Sacamos al salón de la ciudad una tradición que se vivía en las familias".
El pasado enero se produjo un hecho sobresaliente. La patrulla de la Policía Local que vigila constantemente que no se repitan los hechos de 1965 salvó la vida de una mujer que había tenido un infarto mientras visitaba el belén. La rápida resolución de los agentes y de un enfermero que pasaba por allí ayudó a la victima a sobrevivir gracias a una reanimación inmediata y a que otros agentes abrieran paso a la ambulancia que llevó a la herida a Txagorritxu. Una nueva historia con final feliz que añadir a la larga biografía de un nacimiento monumental, el más recomendable del mundo según los pesebristas, el mejor símbolo de la Navidad vitoriana.
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